Bótox: ¿como funciona?, ¿qué no hace?

El término “bótox” se usa de forma genérica para referirse a la toxina botulínica, que si bien en un comienzo solo era producida por Allergan Inc. con ese nombre, hoy en día otros laboratorios la presentan en el mercado en distintos formatos y con sus correspondientes nombres comerciales: Vistabel®, Dysport®, Bocouture®, Azzalure®, Xeomin® y el propio Bótox®.
Los estudios a dosis equivalentes no parecen demostrar diferencia de eficacia entre las distintas toxinas.

Desde su aprobación  para uso en estética (2002 USA-2004 ESP), la toxina botulínica tipo A (ToxB), ha ido ganando adeptos tanto entre pacientes como entre profesionales.
Incluso en época de crisis económica, la aplicación de ToxB sigue con crecimientos interanuales cercanos al 10%.

Yo encuentro tres motivos fundamentales:

  • Los pacientes están encantados con los resultados; los profesionales, por lo tanto, también. Siempre vamos detrás de la satisfacción del que lo demanda, de nada sirve que nos convenza solo a nosotros.
  • La técnica es rápida, sencilla, con mínimas molestias y sin apenas efectos secundarios. Los efectos son visibles en pocos días.
  • La mejoría estética se produce básicamente en el tercio superior de la cara, que es la parte con la que nos relacionamos visualmente con los demás y con nosotros mismos, tanto a nivel de autoobservación como introspectivo.
    La toxina botulínica mejora el estado de ánimo

    Bótox y estado de ánimo. «For me, myself and I».  Foto: Eugi Tamburini

    Hay estudios que demuestran una mejoría en el estado de ánimo en pacientes depresivos, tras el uso de toxina botulínica.

Además de en estética, desde hace más de 20 años, se viene usando en múltiples patologías donde un bloqueo de la acetilcolina consigue una mejoría del funcionalismo.
En nuestro país, estas indicaciones no estéticas suponen aproximadamente la mitad del total.

¿Cómo funciona?

La ToxB es un preparado en polvo liofilizado, casi inapreciable a la vista, que se reconstituye con suero fisiológico, quedando una disolución trasparente.
Se inyecta directamente en el sitio donde va a actuar, mediante una fina aguja de 0,3 mm de diámetro (30G), y con eso se garantiza la no migración del producto a otras localizaciones.

El líquido depositado apenas deja una pequeño relieve habonoso (se inyecta 0,05-0,1 ml por punto) que tiende a aplanarse incluso antes de acabar la sesión de tratamiento.
Una vez la toxina llega a la neurona de la placa motora, bloquea de forma reversible la suelta del neurotrasmisor acetilcolina, evitando la contracción del músculo. Se produce una denervación química de una duración limitada a unos meses. A partir de la semana 12 la neurona comienza a ramificarse para conectar de nuevo con las placas terminales.

Como quiera que con los años aumenta la actividad contráctil de los músculos depresores de la cara, aplicando ToxB selectivamente en estos músculos conseguimos una disminución del tono muscular que da a la mirada un aspecto relajado y fresco.

Si mantenemos el tratamiento durante unos años, esos músculos pierden el exceso de tonicidad, produciéndose una reeducación en su funcionamiento, evitando además la aparición de las correspondientes arrugas de expresión. Una decisión importante a tomar, es el momento de comienzo de las sesiones para adelantarse a su aparición.

La técnica requiere de un conocimiento de las unidades musculares de la zona y la aplicación personalizada según la intensidad de fruncido y los patrones de contracción.

Se usa para relajar el ceño fruncido y los pliegues de la frente, así como las “patas de gallo».

En otras localizaciones y siempre vinculado a la relajación de músculos concretos, se consigue disimular la “sonrisa gingival” (enseñar la encía superior al retraer el labio durante el acto de sonreír), elevar la punta nasal, perfilar el contorno de la mandíbula o cuello.

Otra indicación muy demandada es en la hiperhidrosis, que es el aumento exagerado y limitante de sudoración axilar y de manos. Aquí la ToxB bloquea la secrección de la glándula sudorípara durante meses, sin ninguna repercusión en la salud general.

El «bótox» no consigue rellenar surcos ni da volumen a zonas deprimidas; esto lo consigue el ácido hialurónico y otros productos de relleno.

¿Es tan peligroso como dicen?

Algunos foros han intentado echar tierra sobre este fármaco tildándolo de veneno peligroso y demás epítetos disuasorios.
Para poner en riesgo la vida de una persona habría que inyectar cerca de 2.500 unidades, o lo que es lo mismo 50 viales.

Botox y toxicidad

«El veneno es una cuestión de dosis» Paracelso

A la vista está, que como error terapéutico parece imposible; se me ocurren muchos otros fármacos con márgenes de seguridad muchísimo más estrechos y que no levantan ninguna alarma.

Como acto voluntario, permítase la ironía, resultaría excesivamente caro.

Por tanto, estamos hablando de un fármaco muy seguro y con mínimos efectos secundarios.

El más llamativo es la caída del párpado superior (ptosis palpebral), que se soluciona en pocas semanas. Si hay pequeños hematomas tras el pinchazo, se reabsorben en pocos días y son disimulables con maquillaje. Las cefaleas son excepcionales y en algunos casos la paciente refiere mejoría en su tendencia migrañosa.

La palabra «bótox» está de moda

Muchas personas han incorporado el término “botox” en su lenguaje, sin saber exactamente que es y cuales pueden ser sus beneficios.
Confunden las indicaciones de la ToxB con las de los rellenos.
Aprovechando el tirón de este producto, se están lanzando cremas con “efecto botox”, que no tienen nada que ver con la toxina.

La auténtica crema de toxina botulínica está a punto de ser comercializada y con un efecto más limitado que el que se produce con la inyección directa, deberá ser aplicada en consulta médica.

En salones peluquería también se habla de “botox capilar”, para referirse a la aplicación de mascarillas y lociones.

Corremos el riesgo de convertirla en una palabra talismán, que termine llegando a productos de uso diario y tan lejanos de la estética como el pan de molde.

Botox y publicidad.

Publicidad agresiva que perjudica la imagen de este producto. Foto: Alex Hecht

Esta tendencia extiende la confusión y lleva a frivolizar  un tratamiento estético que requiere de conocimientos médicos y que por la seguridad de los usuarios debe estar bajo control de personal acreditado y cualificado.

Eduardo Lauzurica. Dermatólogo

Ubicación en Madrid

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