Podemos decir sin miedo a equivocarnos que es el acné uno de los procesos dermatológicos que más interés suscita por parte de la industria farmacéutica y de los fabricantes de cosmética. La alta incidencia, su extensión a amplios grupos de edad y la repercusión en la vida del paciente (no olvidemos que la cara es la zona de máxima afectación), son motivos que lo justifican.
La diana sobre la que deben actuar todas las medidas correctoras es lo que llamamos unidad pilosebácea, que no es ni más ni menos que una estructura formada por el pelo y la glándula sebácea, que siempre van juntos. Los distintos tratamientos van encaminados a corregir las alteraciones que aquí se producen, que básicamente son:
- Aumento de la secreción sebácea
- Obstrucción de la salida al exterior por la formación de un tapón en el poro
- Retención de la misma en el trayecto del folículo con inflamación del material retenido, con colaboración de cierta flora bacteriana
Es en la flora bacteriana donde están haciendo énfasis distintas lineas de investigación.
La participación de la bacteria «Propionibacterium acnes» se conoce desde hace tiempo, pero a la luz de nuevos datos, está adquiriendo relevancia en el control de la inflamación.
Se conocen varios hechos:
- Las cepas de P. acnes de pacientes con acné, son distintas de aquellos que tienen la bacteria sin padecer la enfermedad.
- El P. acnes juega un papel trascendental en la cascada inflamatoria activando sustancias como TNF-α, IL-1β, IL-8, IL-12
- El P. acnes suelta enzimas que acentúan el daño en la piel (proteasas, lipasas, hialuronidasas…).
En respuesta a la bacteria y para su eliminación, las células epidérmicas aumentan el estrés oxidativo y por ende la inflamación.
Aunque ya disponemos de fármacos altamente efectivos, como la isotretinoina, a la vista de lo anterior cualquier nuevo compuesto que actúe contra la bacteria será bien recibido.
Aumentar la eficacia terapéutica en el acné es aumentar las posibilidades farmacológicas para los distintos grados de esta enfermedad.

Propionibacterium acnes. Colonias en placa de cultivo. Foto: Mostly Harmless
En este sentido estas son algunas de las vías abiertas
Péptido antimicrobiano LZ1
Una molécula corta y estable, de 15 aminoácidos con gran eficacia antibacteriana a baja concentración, comparada con el antibiótico clindamicina.
Puede ser una alternativa a los antibióticos tópicos, en muchos casos con baja efectividad por las resistencias aparecidas.
Vacuna
La posibilidad de inducir inmunidad contra estructuras de la bacteria, abre una puerta ha vacunaciones con efectos a largo plazo y de forma preventiva. Aquí os dejo un articulo sobre sus posibilidades.
Veneno de abeja
Hay artículos que reflejan la eficacia del veneno de abeja por afectación de la flora bacteriana del folículo. En el Journal of Investigative Dermatology (4 Feb 2014) se comentan la disminución de los efectos inflamatorios producidos por la bacteria del acné, gracias a la Melitina (componente principal de este veneno).
Toxina botulínica
La regulación de la secreción sebácea por parte de la acetilcolina, abre una posibilidad teórica al manejo del acné con Toxina botulínica.
Eduardo Lauzurica. Dermatólogo