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Segunda oportunidad…liquen y cáncer de boca

La mirada de alerta que le acompaña desde aquel momento perdido en el tiempo, desdibuja la tristeza profunda con la que convive desde entonces.

Es la expresión de tensión que queda cuando la vida te sorprende al asalto, para hacerte beber el cáliz más amargo. Una tensión de la que no te quieres desprender, cuando decides que debes  continuar,… y la amenaza persiste… y no vas a permitir más errores ni dilaciones.

En los momentos de debilidad le vienen a la memoria conversaciones que hieren como puñales. Preguntas que el paso del tiempo se encargó de contestar.

– «Papa, si dicen que mis molestias en la boca son como las tuyas… ¿porqué esta llaga no cierra?»

Dolor, abatimiento, vacío…

¿Como definir lo que siente, si ni siquiera hay una palabra que sirva para denominar a un padre al que se le muere una hija?

– «Hija mía, tú tienes veintiún años y yo más de cuarenta…será así. No somos los entendidos. Alguna vez también me pasa a mi…que tardan en cerrarse. El liquen es muy latoso y tendrás que acostumbrarte…como yo».

No hubo oportunidad para acostumbrase. Cuando el dolor ya era intenso y la úlcera no ofrecía dudas, fue demasiado tarde.

¿Porqué ella y no yo? Esta pregunta le martirizó durante mucho tiempo.

¿Qué no habría hecho para que ese cáncer de boca le hubiese tocado a él?

Tuvo sueños en que los papeles se invertían y él salía triunfante. Cuando llegaba el amanecer, ella no estaba, y él seguía con sus placas blancas.

Se conjuró para dar la batalla si se produjese la transformación. Era su único consuelo; torcer los designios del destino y ganar la partida que nunca se debió perder.

Nunca faltaba a sus revisiones y cualquier cambio era motivo de una visita adelantada.

– «No quiero ser pesado, pero he notado…»

– «Sabes que tienes la puerta de la consulta abierta en todo momento…- algo así le dije y le repetía desde la primera vez que le vi».

Así fue aquel día que acudió algo más preocupado de lo habitual.

Me enseñó una vez más el lateral de la lengua, allí donde el liquen tiene afincada una de sus placas. Esperando ver la imagen tantas veces vista, observo un mínimo mamelón carnoso de un tono rosado. No le falta razón. En mitad de un paisaje blanquecino, como nevado, aquella excrecencia se salía de lo normal.
Convenimos en vernos en quince días… y la persistencia de aquel cambio supuso la biopsia del mismo.

Aquello ya no era un sueño. O tal vez era el sueño hecho realidad que llegaba para saldar la cuenta pendiente con el pasado.

El cáncer de boca acababa de iniciar su camino y ahí estaba él para frenar su paso.

Ni siquiera la porción de lengua de la que tuvo que prescindir y el pequeño cambio en la dicción que esto acarreó, fue suficiente para aminorar la satisfacción interna que sentía y que paradójicamente supuso una relajación, apreciable en la expresión de su cara.

Placa típica de liquen de mucosa yugal.

Liquen de mucosa yugal.

 

 

Liquen de mucosa y cáncer de boca

El liquen es un proceso inflamatorio de piel, con múltiples variantes, una de ellas que asienta en las mucosas (boca y genital).

El liquen de mucosa oral se suele descubrir de forma casual, normalmente tras una exploración odontológica, como una placa blanquecina que hasta ese momento pasó desapercibida por su nula sintomatología. Puede asentar en cualquier localización dentro de la boca, incluidas las encías y la lengua.

La variante erosiva (Liquen erosivo) es poco frecuente y en los periodos de reactivación, es motivo de molestia importante. Solemos manejarlo con distintos fármacos para reducir el periodo de lesión abierta y el dolor que conlleva.

Liquen erosivo de lengua en el seno de una placa blanquecina alargada.

Liquen erosivo de lengua.

Como quiera que una de las formas de presentación del cáncer de boca es como una herida que no cierra en un tiempo prudencial, el seguimiento de este tipo de pacientes debe ser estrecho, por mucho que la asociación casual (azarosa) de ambas patologías sea infrecuente.

El problema es la asociación causal. La controversia que se mantuvo durante años sobre si el liquen podía ser origen de cáncer por su propia evolución, parece saldarse hacia que esta posibilidad sea cierta. Se habla de una probabilidad de un 0,5% anual, siendo imposible predecir en que casos se puede dar, a pesar de los intentos de encontrar marcadores que nos orienten.
Existen modelos teóricos que explicarían la transformación mediante cambios promovidos por la inflamación. Según esto el uso de corticoides tópicos sería un mecanismo preventivo.

El problema mayor no es con un liquen de años de evolución que de pronto se ulcera y que el solo hecho de que esto ocurra nos tiene que poner sobre aviso. El riesgo surge con las variantes de liquen erosivo que por fisurarse periódicamente pueden hacernos “bajar la guardia”.

Con el carcinoma de boca cualquier retraso diagnóstico por mínimo que sea, es mucho.

 

Eduardo Lauzurica. Dermatólogo

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