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Milaria, cuando el sudor se queda por el camino

Tener una milaria o sudamina, que así también se llama, no es nada grave. Con ese nombre tan eufónico, difícilmente podemos esperar otra cosa. Hay palabras que tranquilizan y este sonido tan musical bien podría designar un instrumento o un baile de salón. Nada que ver si cambiamos la “i” inicial por una “a”….y ya estamos hablando de palabras mayores.
Me ha parecido interesante traer al blog esta alteración, no se puede considerar de otra forma, pues siendo más habitual en niños pequeños, su aparición en adultos puede tener a una cierta dificultad diagnóstica.
La paciente cuyo caso  ilustra esta entrada, acude asustada a los dos días de la aparición de una erupción generalizada en tronco y en menor medida en brazos. Dice que no le pica demasiado, pero el gran número de lesiones y lo abrupto de su comienzo le generan una lógica preocupación.
Como siempre una correcta anamnésis, eso que en roman paladino llamamos hablar con el enfermo de forma ordenada para conocer las circunstancias que rodean al caso, orientó hacia un diagnóstico de milaria rubra.

En este caso un reunión multitudinaria cuerpo con cuerpo, para escuchar las promesas del político de devoción, en un descampado con un índice de humedad alto tras unos días de lluvia y un impermeable de los de antes que no dejaban escapar el mínimo vaho de transpiración, obraron el «milagro».

Milaria rubra en adulto.

Milaria rubra en adulto.

La milaria es un proceso consecuencia de la obstrucción de la parte más superficial de las glándulas del sudor (ecrinas), y que se localiza en la porción del conducto (acrosiringio) cuando atraviesa la epidermis.

Aumento de sudoración (Heat rash) y oclusión son los dos condicionantes fundamentales para su aparición. Es por eso que se puede provocar con oclusores y suele aparecer tras procesos febriles.
La proliferación de estafilococos saprófitos podría aumentar el taponamiento, ya que producen polisacáridos con capacidad oclusiva.

Tipos de milaria

Según el nivel de profundidad de la obstrucción se distinguen tres variantes clínicas:

Milaria cristalina: Como su nombre indica, son pequeñas vesículas (1-2 mm) que a modo de microgotas trasparentes, recubren la superficie cutánea de forma homogénea en las zonas predispuestas. Se ven sobretodo en el tronco y no producen picor. No existe eritema acompañante.

Milaria rubra: El aspecto es de pequeños granos rojos (pápulas) muy uniformes en su tamaño, que tienden a aparecer en las zonas de más oclusión y roce. A diferencia de la variante anterior, aquí si hay picor.

Milaria profunada: En zonas de gran calor y humedad (tropicales) las lesiones se producen más repetidamente y en zonas profundas (unión dermoepidérmica). En esta localización no suelen picar.

El cuadro es autolimitado y desaparece en pocos días, siempre que las condiciones ambientales no se repitan. En este caso se han descrito casos de tolerancia con el paso del tiempo.

La aparición de acúmulos de pus (milaria pustulosa) indicaría sobreinfección bacteriana, precisando el uso de antibiótico para su resolución.

Biopsia

El diagnóstico es clínico en la mayoría de ocasiones. En caso de necesidad, si se practica biopsia, el cuadro histopatológico es muy característico:

  • Cristalina: vesícula intra o subcórnea, que en la parte baja comunica con el conducto sudoríparo.
  • Rubra: Se añade espongiosis y exocitosis en la epidermis que rodea a la vesícula. Puede haber algo de edema en dermis.
  • Profunda: Edema subepidérmico intenso.

 

Milaria en niños

El arropamiento excesivo en épocas de calor, sobretodo en el periodo de sueño, está detrás de los brotes a estas edades.
La milaria cristalina hay que diferenciarla de los exantemas víricos, donde siempre hay fondo con eritema, puede haber fiebre y malestar general.
El eritema tóxico del recién nacido, no se concentra tanto en pliegues de axilas nuca e ingles como es el caso de la milaria rubra. Un raspado para estudio citológico con abundantes eosinófilos, hablaría a favor del eritema tóxico.

Las foliculitis infecciosas, con pústula o no, las diferenciamos por la ausencia de pelo centrando las lesiones.

La aparición de fiebre, tiritona o adenopatías en cuello o ingles son motivos de consulta, independientemente de que el cuadro de milaria sea típico.

Eduardo Lauzurica. Dermatólogo

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