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¡Se me cae mucho el pelo, doctor!

Donde ella dice…“me estoy quedando sin pelo”, nosotros… “efluvio telógeno”.

Si comenta… “se me cae mucho pelo”, replicamos… “es normal hasta 100 pelos al día”.

Cuando insiste… “recéteme algo antes de quedarme calva”, disuadimos con… “no necesita nada, el pelo volverá a salir”.

Así no hay quién se tranquilice… y los «crecepelos», “centros especializados”, «terapias alternativas» y demás «chamanismos», rentabilizando parte de esta angustia capilar que más necesita atención que medicación.

 

Caida de pelo. Efluvio telogén

Muestra de pelo desprendido que trae una preocupada paciente.

 

El pelo es fuente de insatisfacción permanente, tanto por defecto como por exceso, y eso que podríamos prescindir de él sin resentirse el funcionamiento de nuestro organismo.
En el caso de la disminución capilar, la escuela psicoanalítica nos da la clave del sentimiento depresivo que la acompaña, al igual que lo hay detrás de cualquier percepción de pérdida. Y a veces solo es necesario tener la sensación, aunque objetivamente no se pueda comprobar.
Pienso que una especie humana que no llevase en su código genético las instrucciones para formar este preciado apéndice de queratina, sería más feliz. Aunque entonces, como me apuntaba una amiga, nos mediríamos la longitud de las orejas o del cráneo en busca de un nuevo problema que sustituyese al anterior.

¿Qué es una caída en efluvio telógeno?

Con este nombre tan poco glamuroso denominamos los dermatólogos a una caída difusa de pelo en cuero cabelludo que nuestro paciente percibe como superior a lo habitual. En muchos casos la tracción desde la base de varios mechones de pelo (prueba de Sabouraud) no demuestra un desprendimiento de 2-3 pelos en cada tirón, que son los que necesitamos para darla por positiva. En estos casos el problema está en una “obsesión” del paciente por el estado de su cabellera (Pseudoefluvio), o bien el efluvio ha cesado, aunque la preocupación por el pelo desprendido persiste.

 

Cuando el efluvio es evidente, el paciente necesita una explicación del porqué de la anomalía, que aunque alarmante, en la mayoría de casos se solucionará sin mayor repercusión:

Un pelo del cuero cabelludo va a estar varios años (2 a 5) creciendo en longitud, antes de caerse de forma natural y espontáneamente. A esta fase la llamamos anagén y va a variar su duración dependiendo de la zona de la cabeza donde se ubique. Esta “muda” la va a repetir hasta 30 veces a lo largo de una vida.
Cuando un pelo se tiene que caer, recibe una serie de “ordenes bioquímicas” no del todo bien conocidas, y empieza a retraerse hacia arriba en un proceso que dura de 2 a 3 semanas y que llamamos fase catagén.
El bulbo, ya más superficial y en forma de maza, tarda hasta 3 meses en desprenderse. En esta última etapa, fase telogén, se mantienen hasta 10.000 pelos con “orden” de caerse.

Un aumento en la cantidad total de pelos en esta fase y por tanto en el numero de desprendimientos diarios, se evidenciaría como una caída anormalmente alta. Esto es exactamente lo que pasa, por distintos motivos, en el efluvio telogén.

El pelo desprendido, para remplazar el tallo ausente, entra inmediatamente en fase anagén. El pelo no se pierde ni se atrofia.

 

 

Efluvio telógeno agudo

Es una caída capilar aumentada, uniformemente distribuida, que aparece de 2-4 meses después de una serie de circunstancias que inducen al pelo a entrar bruscamente en fase telogén, antes de lo que correspondería según su ciclo normal.
Una exploración simple (ver arriba signo de Sabouraud) suele se suficiente para determinar su presencia, siendo importante que el paciente acuda sin lavar ni cepillar el pelo desde el día anterior, con el fin de que no se desprendan pelos durante el aseo.

 

¿Qué desencadena un efluvio telógeno?

Se puede decir que el ciclo capilar es muy sensible a los cambios que se producen en el organismo. La lista de causas incluye:

  • Estrés emocional: ansiedad crónica, depresión, duelo, separaciones afectivas, mudanza…
  • Después de operaciones quirúrgicas
  • Cuadros infecciosos: neumonía, sepsis
  • Variaciones hormonales: postparto, cese en la toma de anticonceptivos.
  • Pérdidas importantes de peso
  • Hierro bajo
  • Dietas restrictivas o con déficit de biotina La ingesta de grandes cantidades de clara de huevo crudas o sin batir, típicas en la búsqueda de musculación, impide la absorción intestinal de biotina por culpa del exceso de la proteína avidina.
  • Estacional: final del verano, comienzo de otoño
  • Medicamentos
  • Enfermedades crónicas: suelen ser motivo de efluvio telógeno crónico.

Si el proceso se ha extendido en el tiempo (> 6 meses), lo etiquetamos como efluvio telógeno crónico y el paciente ya no habla tanto de caída sino de pérdida de volumen capilar. Es más frecuente en mujeres, sobretodo postmenopaúsicas y parece relacionarse con un acortamiento de la fase de crecimiento (anagén) que hace que el pelo sea también más corto.
Digamos que se establece un nuevo patrón de desprendimiento aumentado, que al paso de los meses despuebla el cuero cabelludo. En el caso de las mujeres con pelo largo lo pone de manifiesto la disminución del diámetro de la coleta, algo que preocupa sobremanera.

En este caso puede solaparse o confundirse con una alopecia androgenética y si fuera precisa una biopsia podríamos comprobar una ratio pelo en telogén/anagén 8/1 en el efluvio mientras que sería 4/1 en la androgenética.
Este estudio (link)  arroja luz sobre la diferencia entre estos dos procesos. La conclusión es que son distintos y el uno no lleva al otro. En el ETC se produce una sincronización del ciclo capilar y en la alopecia androgenética una aceleración en la mitosis en la fase anagén cuya consecuencia es la miniaturización del folículo.

 

¿Qué hacer ante un efluvio telógeno?

Lo primero que se debe hacer ante una caída de pelo intensa y/o pérdida de volumen capilar, es establecer un diagnóstico lo más preciso posible.

La presencia en cuero cabelludo de orificios foliculares sin oclusión ya nos orienta hacia una alopecia NO cicatricial, grupo en el que está incluido el efluvio telógeno.

En este grupo otras patologías posibles son:

  • Alopecia androgenética
  • Alopecia areata
  • Tricotilomanía
  • Alopecia por tracción

Una vez descartadas las anteriores por la historia clínica y una exploración simple (también nos podemos ayudar de un tricoscopio), lo siguiente será determinar si hay una causa que necesite corrección (ferropenia, cambio de medicamento, ayuda ansiolítica, reeducación dietética…).

Es fundamental tranquilizar al paciente respecto a su futuro capilar, pues la mayoría de los casos vuelven a la normalidad. Es preciso un periodo de tiempo largo (de 6 meses a 1 año) para reponer el volumen perdido, sobre todo en melenas largas.
En efluvios crónicos puede ser necesario asumir un nuevo estatus capilar, con menos pelo, pero con un «horizonte tranquilizador», sin atrofia.

En algunos casos, los multivitamínicos y demás compuestos “revitalizadores del pelo”, podrían cumplir una función placebo mientras llega la recuperación espontánea.

Es cierto que a los dermatólogos nos gusta mantener unos niveles de ferritina (hierro en depósitos tisulares) por encima de 40-60 ng/dL , aún sin ferropenia, como ayuda en la recuperación de un efluvio. Para ello, se puede pautar por vía oral hierro de alta absorción durante varios meses.

A nadie se le escapa, que en un proceso que tiende a una recuperación espontánea, planteamientos de lo más variopintos, pueden conseguir buenos resultados.

¡Estad atentos y que no os tomen el pelo!

 

Eduardo Lauzurica. Dermatólogo

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