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Tomar el sol: ¿cuánto puedo?¿cómo debo?

Nos da el sol sin

Nos «da el sol» sin «tomar el sol»

Como todos los años y casi sin darnos cuenta llega la época de la “A” predominando en los mapas de isobaras y quien más quien menos se dispone a disfrutar de los días largos y soleados. Vuelven también las preguntas preventivas sobre el como y el cuanto de tomar el sol.
Después de múltiples entradas sobre medidas de fotoprotección y cáncer de piel, espero que nadie se lleve las manos a la cabeza si hoy rompemos una lanza en favor del sol, astro rey por excelencia, probablemente demonizado en exceso.

En una época de sobreinformación como la que nos toca vivir, creo que cada vez son más importantes los matices.
Veamos sino que pasa cuando un paciente al que le han quitado un carcinoma basocelular le dicen “usted no puede tomar el sol”, o la variante radical “el sol no le puede ni ver”. Vivimos en latitudes donde estas máximas son tan difíciles de cumplir como para un finlandés entender que “no le puede ver la nieve”.

Conozco casos que siguiendo al pie de la letra la advertencia, no abandonan su casa de veraneo sureño hasta que los murciélagos comienzan sus primeras rondas insectívoras a la puesta de sol. El resultado es una persona con aspecto enfermizo, cuya piel cérea asusta al más pintado. Me dicen que algunos se cambian de acera para no cruzarse con “el espectro”, aunque esto me parece la exageración típica de mis amigos malagueños. Y todo eso, sin tener en cuenta que nuestro personaje… ¡adquirió la mayoría de radiación solar en su juventud!.

Con ese abandono solar, nuestro protagonista mantendrá unos niveles de vitamina D que le pueden poner en riesgo de fractura osea y quién sabe cuánto ha influido en la aparición del carcinoma de colon extirpado hace ahora unos años.

Hay una fuerte evidencia de la relación entre determinados tumores internos, especialmente cáncer de colon, y niveles bajos de Vitamina D.

La vitamina D es sintetizada gracias al efecto de la luz ultravioleta sobre la piel y en menor proporción llega por la dieta.

Se puede afirmar que este aporte por la dieta, en el mundo occidental, no cubre las necesidades diarias. Las estimaciones son, que más de la mitad de la población occidental tiene niveles de vitamina D inferiores a lo aconsejable, en las estaciones menos soleadas del año. Esto es común a personas racialmente de piel oscura y que viven en países al norte, y a personas de piel clara que se aíslan del sol por el estilo de vida sedentario o por motivos como el del caso arriba comentado.

Las consecuencias de estos niveles bajos no son solo en el metabolismo óseo (osteoporosis, raquitismo) sino que cada vez hay más evidencias de la implicación de esta vitamina en el funcionamiento correcto del sistema inmunológico.

El Lupus, Artritis Reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal, entre otras patologías autoinmunitarias, podrían estar favorecidas por el déficit de esta vitamina.

Estos hechos plantean la controversia sobre si los niveles idóneos de vitamina D hay que conseguirlos con la exposición solar y/o suplementos orales.

Siguiendo con el anecdotario, de cuando en vez nos cuentan la actitud primorosa de aplicarse un pegote de fotoprotector sobre todos y cada uno de los lunares para salvaguardarlos del sol dañino.

¿Y qué pasa del resto?. Se me antoja que es igual que conducir prudentemente solo cuando llegamos a un punto donde ha habido un accidente previo.

Parece necesario llevar un poco de coherencia y raciocinio a esto de «tomar el sol».

Nos da el sol aunque este oculto por nubes

Nos «da el sol» aunque este oculto por nubes

¿Existe un bronceado saludable?

Podríamos considerar un «bronceado saludable» el que se alcanza reuniendo las siguientes características:

  • Aquel que se da sobre fototipos III y superiores: esto supone que los fototipos II (pieles blancas) e inferiores, que por definición “siempre se queman, nunca se broncean”, deben abandonar pretensiones irrealizables y extremar las medidas de fotoprotección.
  • Aquel al que se llega sin quemaduras solares.
  • Aquel que se consigue para protegernos de las radiaciones nocivas, esa es la función de la melanina, y no para acumular más horas de exposición solar.
  • Aquel que disminuya la alta proporción de horas de exposición solar antes de los 20 años (80%), (especial cuidado en niños y adolescentes).
  • Aquel que no te exime, por lívido que estés, de visitar al dermatólogo ante cualquier cambio morfológico en la piel.

En sentido contrario no hay ausencia de exposición solar completamente segura. Como ejemplo, el melanoma aparece con más frecuencia en zonas habitualmente no expuestas, incluso en área genital.

Según esto, sería una actitud más “fotosaludable” la de aquel paciente que exponiéndose moderadamente al sol, visita con regularidad a su dermatólogo, que la de aquel falsamente seguro por su evitación solar que consulta cuando es demasiado tarde. Casos de estos solemos ver. «Es mejor extirpar un nevus a destiempo, que un melanoma a tiempo»

Aquí dejo enlaces a entradas del blog relaccionadas con fotoprotección:

Eduardo Lauzurica. Dermatólogo

Ubicación en Madrid

Ubicación en Vitoria

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